"Esa pelea suscitaba un llanto infinito. Pero, ¿Eran ellos quienes habían provocado su enfado, solo lo agravaban, o eran las víctimas de la represión sostenida durante tantas noches? Comenzó a desnudarse. Su piel se erizaba a medida que su cuerpo entraba en contacto con la temperatura del ambiente. Dejó caer la ropa a sus pies, puso el tapón a la bañera. Primero introdujo su pierna izquierda, se impulsó y metió la derecha. Con cuidado se sentó abrazando sus rodillas, sentía que no tenía ninguna fuerza. Un primer impulso en su interior te transformó en la primera lágrima de aquella noche. Quería desaparecer, estar sola, con “ella” y consigo misma. Dialogar, gritar, correr, compartir los silencios sin sentir que hay algo que decir. Hubo tantas sensaciones acumuladas sin ser habladas, problemas, daños, cambios, ¡Que se yo! Había hecho arder su interior con estos pensamientos, y las lágrimas brotaban de sus ojos como un manantial, quería desahogarse, y sus puños no frenaban sus deseos...
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